«Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el SEÑOR. «Porque como los cielos son más altos que la tierra, Así Mis caminos son más altos que sus caminos, Y Mis pensamientos más que sus pensamientos. Isaías 55:8-9 (NBLA)
En 2015, The New York Times publicó un artículo titulado “Buscando a Dios en Google”.
En este artículo, el autor Seth Stephens-Davidowitz comienza diciendo: “Ha sido una mala década para Dios, al menos hasta ahora”. Y continúa con la siguiente pregunta: “¿Qué preguntas se hace la gente cuando cuestiona a Dios?”.
La primera pregunta era: “¿Quién creó a Dios?”
La segunda pregunta era: “¿Por qué permite Dios el sufrimiento?”
Pero fue la tercera pregunta la que golpeó mi corazón y hizo que me diera cuenta de la profundidad con la que muchas de nosotras luchamos cuando atravesamos situaciones devastadoras: “¿por qué me odia Dios?”
No soy la única que cuestiona los sentimientos de Dios cuando las circunstancias me hacen sentir traicionada. Aunque nunca he utilizado la palabra "odiar" en este contexto, verla escrita como una de las preguntas más frecuentes sobre Dios me demuestra lo oscura que puede llegar a ser nuestra perspectiva. La crisis espiritual más devastadora no se produce cuando nos preguntamos por qué Dios no hace algo. Es cuando nos convencemos totalmente de que a Él ya no le importa. Y eso es lo que oigo esconderse detrás de esa búsqueda en Google.
Me estremezco al decir esto, pero creo que eso es lo que se ha estado escondiendo detrás de mi propia desilusión mientras atravesaba circunstancias dolorosas y aún más devastadoras en los últimos años. A veces, lo que hace que la fe se desmorone no es la duda. Es estar demasiado segura de las cosas equivocadas. Por ejemplo: Él no se preocupa por mí. Un Dios bueno no podría permitir esto. Lo que veo es una prueba absoluta de que Dios no está obrando.
Ahí es donde observo que me vuelvo más escéptica del amor de Dios, la provisión de Dios, la protección de Dios, las instrucciones de Dios y la fidelidad de Dios. Empiezo a temer que Él realmente no tenga ningún plan y que yo solamente vaya a ser una víctima de circunstancias fuera de todo control.
El problema con ese pensamiento es que, si bien puede alinearse con lo que parece mi vida desde mi perspectiva de dolor y confusión, no se alinea con la Verdad. Y antes de que todo se volviera loco en mi vida, ya había puesto una estaca en el suelo, proclamando que la Palabra de Dios es a lo que volvería sin importar lo que pasara.
Podría resistirme a confiar en Dios y acudir a Su Verdad. Podría huir de ella. Podría, con amarga resignación, poner mi Biblia en un estante para acumular polvo durante años. Pero no podría escapar de lo que ya estaba enterrado en lo profundo de mi corazón.
Sabía, en lo más profundo de mi ser, que lo que estaba viendo en mi vida no era todo lo que estaba sucediendo. Experiencias pasadas con la fidelidad de Dios me recordaron que no siempre veo a Dios obrando en medio de mis tiempos difíciles.
Hay algunos momentos en los que he visto movimientos dramáticos de Dios que suceden lo suficientemente rápido como para que yo diga: «¡Vaya, mira lo que Dios está haciendo!» Pero la mayoría de las veces, son miles de pequeños cambios tan leves que la cotidianidad de Su obra no se registra en tiempo real. Isaías 55:8-9 lo expresa así: “«Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el SEÑOR. «Porque como los cielos son más altos que la tierra, Así Mis caminos son más altos que sus caminos, Y Mis pensamientos más que sus pensamientos”.
Es duro cuando estamos viviendo en ese espacio donde nuestras cabezas saben que Dios puede hacer cualquier cosa, pero nuestros corazones están pesados porque Él no está haciendo lo que hemos esperado, por lo que hemos orado, lo que hemos creído, durante mucho tiempo. Lo entiendo; y he llorado muchas lágrimas por ello.
Entonces, ¿qué ayuda? Ayuda saber estas cosas:
- Dios a menudo trabaja en lo invisible. El hecho de que no podamos verlo o sentirlo no significa que Él no esté obrando (2 Corintios 4:18).
- Lo que puede parecer una falta de intervención de Dios no significa una falta de afecto por parte de Dios (Lamentaciones 3:21-23).
- Dios nos ama demasiado como para responder a nuestras oraciones en otro momento que no sea el adecuado y de otra manera que no sea la correcta (Romanos 8:28).
Busca hoy formas hermosas en las que Dios te está mostrando la seguridad de Su amor. Amiga, Su afecto está a tu alrededor. Incluso en los lugares de espera.
Dios, sé que siempre estás trabajando. Ayúdame a reconocer Tu obra en lo invisible. Confieso mi escepticismo cuando las cosas no salen como las había planeado. Hoy elijo creer que no soy víctima de circunstancias incontrolables. Aun cuando no lo vea, aun cuando no lo sienta, me apoyaré en la verdad de que Tú estás haciendo que todas las cosas funcionen para bien. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 27:7-8, Oye, SEÑOR, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme. El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, SEÑOR, tu rostro busco. (NVI)
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