Devocionales

Vence la guerra con tus emociones

Dr. Anita Phillips 1 de enero de 2024
No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Hebreos 4:15 (RVR1995)

¿Alguna vez has pensado, si tan solo no sintiera las cosas tan intensamente? Las emociones consistentemente son percibidas como la oposición en una guerra que parece no terminar.

Al igual que muchos, crecí creyendo que debía controlar el poder de mi mente y que las emociones, aunque eran aceptables, solían ser frecuentemente problemáticas. Pasé décadas ignorando mi ser emocional. Quizás lo hiciste también. Tal vez todavía lo estés haciendo.

Pero ¿qué sucedería si viéramos nuestras emociones como un regalo de Dios?

Las Escrituras aclaran una y otra vez que Dios diseñó el corazón para ser el centro de la experiencia humana (Mateo 22:37). Y si por si acaso crees, como yo también lo creía, que el ser “emocional” y “poderoso” eran mutuamente exclusivos, considera estos ejemplos de la vida de Jesús:

  • Jesús se paró frente a la tumba de Lazaro y lloró (Juan 11:35).
  • Cuando Jesus apareció en Jerusalén y encontró que el templo funcionaba para cambiar dinero en lugar de vidas, desató Su ira (Mateo 21:12).
  • En la cruz, Jesús expresó sentimientos de abandono, aflicción, y desesperanza (Marcos 15:34).

Jesús conoce lo que nuestros corazones sienten porque Él sintió emociones también. “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

No solo eso, pero Jesús expresó Sus sentimientos con Sus palabras y a través de Su cuerpo, lo cual significa que el sentir no es una falla porque Jesus nunca falló.

¿Alguna vez has experimentado el dolor profundo de la pérdida de un ser querido y luego te sentiste culpable por no recuperarte más rápido? ¿Alguna vez has estado justificadamente indignada, pero lo contuviste porque creíste que estaría mal expresar tu enojo? ¿Alguna vez has deseado desesperadamente una explicación de Dios pero pensaste que te caería un rayo por clamar, «¿por qué?».

Si el tener y expresar emociones no fue un pecado para Jesús, entonces no siempre tiene que serlo para nosotras. El problema es nuestra naturaleza caída, que tiende a afectar todo lo que hacemos (Santiago 1:20). Pero ningún sentimiento por sí solo es un pecado.

Piensa en esto por un momento.

Empleamos mucho tiempo y energía luchando en contra de una parte de nosotras mismas que nos puede acercar a ser como Jesús, ¿cierto?

Pero hay más:

  • Luego de que Jesús lloró en la tumba de Lázaro, Él resucitó a Lázaro de la muerte (Juan 11:43-44).
  • Después de exigir orden en el templo, Jesús llevó a cabo milagros de sanidad (Mateo 21:14).
  • Luego de experimentar angustia en el Calvario, la decisión de Jesús de morir sacudió la tierra, desgarró el velo del templo de 30 pies de largo por la mitad y preparó el camino para la victoria sobre la misma muerte (Mateo 27:51-52).

En cada una de estas instancias, vemos que el corazón dolido de Jesús dio paso a una demostración sobrenatural. De la misma forma, el nutrir tu ser emocional te coloca en una posición en la cual puedes experimentar poder espiritual.

¿Y si decidieras cesar la guerra con tus emociones y las acogieras como una señal de la vida poderosa en Cristo para la cuál fuiste creada? El Creador diseñó tu corazón para que sea un jardín, no una zona de guerra. Porque una vida verdaderamente poderosa no se gana. Se cultiva.

Señor, gracias por modelar, a través de Jesús, la belleza y el poder de poder expresar lo que está en mi corazón. Ayúdame a ver cómo mis emociones pueden acercarme a Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Muchas veces se nos ha enseñado que todas nuestras emociones son sospechosas, y deben ser suprimidas, manejadas o dominadas. Esto no es cierto. En el libro nuevo de la Dra. Anita Phillips, The Garden Within, ella enseña que las emociones no son tu enemigo, que la guerra interna no es tu destino y que fuiste creada para florecer.

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Salmo 22:1-2, ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día y no respondes; y de noche no hay para mí descanso. (RVA-2015)

¿Qué mentiras estás creyendo en cuanto a las emociones que estás sintiendo hoy? Considera escribirle un salmo a Dios expresando tus sentimientos y tus anhelos.

© 2024 por Dr. Anita Phllips. Todos los derechos reservados.

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