—No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Juan 9:3 (NVI)
Tal vez es porque prioricé mi carrera por mucho tiempo; es por eso que no puedo quedar embarazada.
Tal vez es porque deseaba demasiado este ascenso; es por eso que la puerta se cerró.
Tal vez es porque he estado demasiado ansiosa por tener una relación; es por eso que aún sigo soltera.
A lo largo de mi vida, he atravesado varias temporadas de reflexión. Me preguntaba por qué las cosas no habían resultado como había pensado. Me preguntaba por qué mi vida parecía atascada mientras la de todos los demás seguía adelante de maravilla. Me preguntaba por qué parecía que a los demás la vida les resultaba más fácil que a mí. Ese cuestionamiento rápidamente puede hacernos buscar a alguien a quien echarle la culpa. Para mí, ese “alguien”, por lo general, soy yo misma.
¿Qué estoy haciendo mal?
Me siento como una niña pequeña, confundida y asustada.
En Juan 9, Jesús y Sus discípulos conocieron a un hombre que había estado ciego desde su nacimiento. Los discípulos respondieron de la manera en que muchas de nosotras lo hacemos cuando nos encontramos ante alguna desgracia: “—Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?” (Juan 9:2, NVI). En otras palabras, ¿quién es el culpable?
Podría sorprendernos la respuesta del Hijo de Dios, el Único que ve y sabe los pecados de toda la humanidad: “—No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida” (Juan 9:3, énfasis añadido).
Había más en la historia de lo que los discípulos podían ver. El Hijo de Dios aún tenía que revelar por completo Sus obras en la vida de ese hombre.
Tal vez hay más en tu historia de lo que puedas ver en este momento, más para ser revelado aún por Dios.
El pecado ciertamente tiene consecuencias, y algunas veces nuestras decisiones pueden crear o empeorar situaciones difíciles en nuestras vidas. Pero, aun así, ¡Jesús siempre nos concede Su gracia (Santiago 4:6)! Y asimismo es importante comprender que no todo sufrimiento es causado por nuestros pecados personales. A veces podemos sufrir por razones que no podemos explicar, pero “la obra de Dios se hiciera evidente” (Juan 9:3).
De modo que cuando sacamos conclusiones rápidamente y nos culpamos a nosotras mismas cuando las cosas no salen según lo previsto, y cuando nos sentimos así de confundidas, atemorizadas como niñas, Jesús nos libera delicada y compasivamente de nuestra propia auto condenación.
No, hija. No estás haciendo nada mal. Puedes sentirte confundida en este momento, pero Yo me manifestaré aquí.
Aunque no suceda en el momento o de la manera que esperábamos, Jesús nos asegura que Sus obras serán manifestadas en nuestras vidas y que Él es capaz de hacer inmensurablemente más de lo que podríamos pedir o imaginar (Efesios 3:20). Solamente debemos confiar en Él y esperar.
Señor, cuando nos encontramos en una temporada donde nos cuestionamos el por qué, quita cualquier condenación o vergüenza que rápidamente ponemos sobre nosotras mismas, y ayúdanos a esperar en fe, en que Tus obras serán manifestadas en nuestras vidas. En el Nombre de Jesús, Amén.
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En su nuevo devocional, Lo vas a lograr, Lysa TerKeurst te ayuda a permanecer conectada con Dios y a seguir amando a los demás incluso en medio de circunstancias desalentadoras, decepcionantes o incluso devastadoras. Para cuando la vida te parece demasiado dura, incorpora un nuevo ritmo en tus días mediante la práctica diaria de recibir y soltar: recibir el aliento, la instrucción y la Verdad de Dios para empezar el día, y soltar a Dios todo lo que te agobia al final de cada jornada. Él te pondrá en el camino de la sanidad.
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PROFUNDICEMOS
Romanos 8:1, Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. (NVI)
Romanos 8:28, Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (NVI)
¿En qué área de tu vida estás luchando contra la auto condenación y la vergüenza?
¿Cuáles Escrituras o experiencias con la bondad de Dios puedes traer a tu memoria que te hagan recordar cómo la fidelidad de Dios dispone que todas las cosas obren para tu bien?
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