Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. 2 Corintios 4:8-9 (NVI)
Me senté en la habitación tenuemente iluminada, con música suave de fondo y comencé a relajarme. No, esto no fue el preludio de una noche romántica con mi esposo. ¡Fue el resultado final de mi examen anual de la vista!
Si alguna vez te has hecho un examen de la vista, estás familiarizada con la prueba de refracción que usa el oftalmólogo para determinar si necesitas anteojos y, de ser así, qué receta es la adecuada para ti. Colocas tu cara frente a un instrumento llamado foróptero, y luego el oftalmólogo baja el primer lente, luego otro, mientras tú dices cuál de los dos te ayuda a ver las letras en la tabla optométrica con mayor claridad. ¿Lente uno o dos? ¿Lente tres o cuatro? ¿Cuál es mejor?
La prueba de la vista del oftalmólogo me hizo cuestionarme si estaba viendo mi vida por el lente correcto. ¿Era posible cambiar a un lente diferente y ver una historia mejor?
El apóstol Pablo era un hombre cuya vista física disminuyó con el paso de los años, pero su vista espiritual permaneció excepcionalmente clara. Durante su tiempo en la predicación del evangelio, fue azotado, golpeado y apedreado muchas veces. Había naufragado, fue mordido por una serpiente, marginado y ridiculizado. Varias veces estuvo encerrado en un lugar u otro. Pasó parte de su vida bajo arresto domiciliario en Roma, además de encadenado a un guardia en un calabozo sucio – todo por predicar el evangelio. Y, sin embargo, fue durante uno de esos períodos en prisión que Pablo escribió el libro más gozoso del Nuevo Testamento: Filipenses.
Hermanos, quiero que sepan que, en realidad, lo que me ha pasado ha contribuido al avance del evangelio. Es más, se ha hecho evidente a toda la guardia del palacio y a todos los demás que estoy encadenado por causa de Cristo. Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la palabra de Dios. (Filipenses 1:12-14, NVI)
¿Lente uno o dos? Pablo no se veía a sí mismo atrapado en la cárcel a causa de Jesús; se veía destinado a la cárcel por Jesús. No se veía encadenado a un guardia romano; veía al guardia romano encadenado a él. Los guardias tenían que escuchar a Pablo hablar sobre Jesús día tras día. Pablo tuvo tiempo para escribir cartas a todas las iglesias, algo que quizás no hubiera hecho si hubiera tenido la libertad de viajar.
Pablo también escribió: “he sido puesto para la defensa del evangelio” (Filipenses 1:16, NVI, énfasis añadido). ¿Quién lo puso ahí? Desde afuera, mirando hacia adentro, parecía que los gobernantes romanos lo habían puesto allí. Pero desde adentro, mirando hacia afuera, Pablo sabía que Dios lo había situado allí. No se veía atrapado. Se consideraba estacionado. Y debido a que estaba mirando por el lente correcto, tuvo gozo incluso en una situación difícil.
Desearía que esta fuera mi perspectiva todo el tiempo, pero no lo es. Es una lucha. Me quejo, me enfado y me desanimo cuando mis planes se desmoronan o la gente no responde de la manera que esperaba. Pero después de calmarme, trato de recordar cambiar el lente y ver mis circunstancias a través de la soberanía de Dios en lugar del egoísmo de Sharon. Y eso me da una historia mejor. No porque la trama de la historia cambie, sino porque mi perspectiva cambia.
Padre Celestial, perdóname por quejarme de mis circunstancias. Ayúdame a cambiar el lente y mirar mi vida por el lente de Tu soberanía. Sé que mis circunstancias obrarán para moldearme y hacerme más como Jesús. Ayúdame a tener gozo en el camino. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
2 Corintios 4:18, no fijando nosotros la vista en las cosas que se ven sino en las que no se ven; porque las que se ven son temporales, mientras que las que no se ven son eternas. (RVA-2015)
Recursos Adicionales
Para leer más contenido de la autora de hoy, Sharon Jaynes, lee sobre dos de sus libros a continuación y obtén hoy tus copias, ¡para ti o una amiga!
El poder de tus palabras mujer
Tus cicatrices son hermosas para Dios
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